domingo, 23 de septiembre de 2012

13-S. ¿Por qué Carrió sugirió el Obelisco en lugar de Plaza de Mayo?


Diciembre de 2011. Carrió y "Toty" Flores lanzan el Movimiento de Resistencia 

     Días antes del histórico 13-S y mientras se gestaba espontáneamente la multitudinaria marcha ciudadana, la principal voz republicana de nuestro país, Elisa “Lilita” Carrió, hizo saber su absoluto acompañamiento a la manifestación, pero con una salvedad: no ir a Plaza de Mayo y concentrarse en el Obelisco.

     Su consejo llamó la atención a más de uno, por cuanto Carrió representa la primera y principal voz de oposición (real) al régimen gobernante. Dado que sus palabras suelen anticipar hechos que luego son reconocidos por el resto de la sociedad y la dirigencia política (situación que a muchos les genera envidia, por eso prefieren decirle loca, en lugar de reconocer su propia ignorancia y tosquedad), es que debemos prestar la máxima atención y análisis, a fin de aproximarnos a un entendimiento cabal de los acontecimientos que estamos viviendo.

     Propongo, entonces, iniciar un breve recorrido con el objetivo de interpretar su sugerencia. Dicho recorrido tendrá, como punto y acuerdo de partida, la aceptación de las siguientes premisas:

     a. CFK debe abandonar su cargo de presidenta el mismo día que marca la actual Constitución Nacional. Ni un minuto más, ni un minuto menos.
     b. Los espacios físicos, fundamentalmente los públicos, tienen una carga simbólica que le es dada por su historia, su ubicación y algunos otros elementos.

     Ahora bien, aceptados a y b, resulta propicio para abordar la cuestión preguntarnos que escenarios son funcionales al régimen (y a algunos de sus solapados continuadores) y cuales no.

     Siguiendo este razonamiento, distinguiremos dos escenarios posibles:

     1. Escenario de confrontación: Funcional al régimen y al paradigma dominante que materializa un estado corrupto, mediocre y clientelar.
     2. Escenario de resistencia pacífica: Funcional al movimiento de resistencia ciudadano y a la consolidación del paradigma rival que busca un estado libre, próspero y republicano.

     Decimos que el escenario de confrontación es funcional al régimen por un motivo principal: la violencia interrumpe bruscamente el sano proceso de aprendizaje social al correr el eje principal de discusión y colocarlo en el terreno de lo irracional, donde la mentira, el resentimiento, el miedo y los cuantiosos recursos del Estado se tornan determinantes para volcar la balanza del lado de la corrompida elite gobernante. Son sus armas, y dada su inmoralidad, no dudan en usarlas para someter al pueblo.

     Esto explica, por ejemplo, las razones por las cuales, a poco de la masiva marcha ciudadana, el gobierno desestimó el diálogo y la reflexión al que está obligado todo gobernante demócrata y optó, en cambio, que sus voceros bien pagos ofendan arteramente a la ciudadanía argentina que se manifestó pacíficamente, ninguneándola, provocándola y tergiversando la realidad. Lo que buscaron y buscan es cortar el proceso de aprendizaje que se extiende rápidamente y abarca en forma creciente a muchos de sus votantes y seguidores. Al instalar el odio y la cuestión de clase, buscan pasar de lo racional (la marcha y su repercusión) a lo irracional (donde ellos reinan).

     Por el contrario, en un escenario de resistencia pacífica, los argentinos estaríamos frente a la posibilidad de ingresar en un largo periodo de elevación ciudadana conducente a un cambio cultural que nos permita advertir no sólo lo perjudicial que resulta para nuestra nación un gobierno como el actual, sino que también descubra las causas más profundas que llevan a nuestra sociedad a elegir y tolerar gobiernos corruptos y mediocres, en lugar de gobiernos que promuevan un Estado eficiente, que luche contra el principal cáncer de nuestro país: la corrupción.

     De esto se desprende, entonces, que los interesados en cortar el proceso de aprendizaje ciudadano a través de la violencia (física o verbal) no sólo provendrán de los sectores identificados con el gobierno K, sino que también abarca a todos los sectores de poder que promueven y defienden el paradigma dominante nacional. Sectores que hoy pueden mostrarse como opositores, pero que en verdad, sólo buscan un cambio de gobierno que les asegure mantener la matriz corrupta y clientelar que les resulta funcional a sus intereses personales. La trampa de Moyano, que muchos ciudadanos enfurecidos (irracionales) ven como una alternativa, es el mejor ejemplo en este sentido.

     Por lo expuesto, es que la resistencia pacifica es el mejor camino para un verdadero cambio, por cuanto fomenta el aprendizaje y evita repetir viejos errores conducentes a nuevas desilusiones. Sin dudas, el símbolo de la marcha y la presencia ciudadana en las calles es absolutamente necesaria. Dado que no hay justicia independiente, es necesario poner límites a un gobierno autoritario que “va por todo”. Pero también es muy importante porque transmite un mensaje de cambio que se expande en crecientes sectores de la población, incluyendo a muchos seguidores del régimen.

     Más de 3 años es un tiempo providencial para el reflexivo aprendizaje de un pueblo entero. Por eso es importante no interrumpirlo y evitar la confrontación violenta y las provocaciones. Si lo que se quiere dar es un fuerte mensaje de resistencia cívica, que luego tenga su correlato en las urnas y alumbre una argentina distinta, habrá que elegir estratégicamente los lugares. Por eso entiendo que “Lilita” habló del Obelisco y no de Plaza de Mayo. Este lugar es símbolo de enfrentamientos, gobiernos derrocados y sangre derramada. Desde sus bases en Puerto Madero, puede ser utilizado por el régimen para victimizarse acusando de golpistas “oligarcas” a los manifestantes. También puede ser utilizado por los representantes del paradigma dominante versión no K, provocando una conmoción al estilo 2001 para que cambien algunas caras y siga todo igual o peor.

     En cambio, el Obelisco, puede constituirse como un espacio de unión y fraternidad. Además, como me recordó una amiga, está la Plaza de La República , que es precisamente lo que hay que recuperar al tiempo que expresa una síntesis de los reclamos ciudadanos del pasado 13-S.

     En 2001 los argentinos pusieron fin al “roban pero NO hacen”. El proceso de aprendizaje que vivimos actualmente puede conducir al fin del “roban pero algo hacen”. Si esto sucede, el 2015 será un año fundacional para una Argentina sin techo.

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