martes, 31 de agosto de 2010

Un dilema ético hace instantes…

Hace aproximadamente dos horas que una persona adulta está colgada a 20 metros de altura en la autopista del Buen Ayre. Se lo ve bien, con todos sus signos vitales funcionando. Sin embargo, amenaza suicidarse. El Estado movilizo a 2 ambulancias, 1 carro de bomberos, 3 patrulleros y como mínimo a 25 personas, entre ellos bomberos, rescatistas, policías, médicos, enfermeros y sicólogos para participar del operativo de rescate. Por otro lado, y como consecuencia de este hecho, los accesos aledaños están colapsados generando múltiples inconvenientes y demoras a gran cantidad de ciudadanos. Por último, gracias a los medios masivos de comunicación, la situación se transmite a millones de hogares preocupando a quienes como yo, no queremos que nada le pase al pobre hombre.

Sin embargo, un amigo liberal me dice que ésta es una muestra más de la violenta intervención Estatal en las decisiones privadas de un ciudadano adulto. Además, dice que pone de manifiesto lo ineficiente de su intervención, ya que todo el gasto incurrido en forma directa e indirecta para convencer al adulto de que no tome esa decisión podría haberse invertido, entre otras cosas, para salvarles la vida a varios chicos inocentes que en ese mismo instante se están muriendo de hambre.

Paralelamente, un amigo socialista me dice que ese hombre debe ser victima de la sociedad en que vive y por lo tanto, el Estado debe hacerse responsable para inducirlo a recapacitar y en caso de que no lo haga, obligarlo a salvar su vida. También menciona que el Estado debe dar el ejemplo moral de estar siempre y en todo momento interviniendo para salvar vidas, independientemente de la eficiencia o no.

Aseguro que tanto mi amigo liberal como mi amigo socialista son excelentes personas. Ambos son pro vida y quieren lo mejor para la sociedad y sus ciudadanos. Sin embargo, sus caminos son diferentes. ¿Quién tendrá razón?

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