jueves, 4 de noviembre de 2010

¿A quién votar?

Discutiendo sobre política y las probables alternativas electorales para el próximo año, uno de los participantes más jóvenes me miró fijo y un poco desorientado y otro tanto preocupado me preguntó: ¿A quién voto, Mariano?

Claro, frente a esa pregunta que seguramente inquieta a mucha gente, podría haber optado por decirle “vota a fulanito/a que sin dudas es la mejor opción”. Sin embargo, esa respuesta no me hubiese dejado del todo conforme ya que dicha sentencia representaría la mejor opción para mí, lo que de ninguna manera implicaría, a priori, que sea la mejor para él. Más aún, hubiese significado inducirlo a votar por mi preferencia, desconociendo su condición de ciudadano y ser racional, capaz de ejercitar sus responsabilidades y poder llegar a sus propias conclusiones. Por lo tanto, mi respuesta debía limitarse a una sana orientación, un sano consejo que lo ayude a tomar la mejor decisión.

En la búsqueda de ese principio o regla práctica, fue cuando vino en mi auxilio la ayuda de Kant, quien hace ya un tiempo propuso un mandamiento autónomo y autosuficiente, no dependiente de ninguna religión ni ideología , capaz de regir el comportamiento humano en todas sus manifestaciones. Lo llamó imperativo categórico y lo formuló así: "Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal." Entonces, por ejemplo, frente a la pregunta ¿Mentir está bien? diríamos claramente que no, ya que si todos mintiéramos el mundo sería inviable. Aplicando este imperativo, podríamos, a través de nuestra razón, distinguir claramente que normas de conductas son aceptables y cuáles no.

Solo faltaba, entonces, bajar ese imperativo al plano de la elección de representantes de gobierno. Para esto, debía tener en cuenta sus particularidades, aceptando, como propone Weber, de que para los hombres de Estado existe una ética de la responsabilidad y otra de las convicciones. Fue entonces cuando le trasmití a mi interlocutor el siguiente principio o regla práctica para la elección de candidatos: "Elige entre los diferentes postulantes, como si sus comportamientos y acciones más cuestionables fueran dirigidas en contra de tu propia persona". Veamos cómo funciona: ¿Elegirías a alguien que bloquea violentamente empresas? No, ya que si fuera tu empresa, no te gustaría. ¿Elegirías a un gobernante con antecedentes de robo? Desde luego que no, ya que no te gustaría que te roben. ¿Elegirías a un gobernante autoritario? Obvio que no, ya que no te gustaría perder tu libertad. ¿Elegirías a un gobernante racista? Tampoco, porque no te gustaría que te discriminen.

Queda claro que esta regla no resuelve todos los problemas. Pero al menos, nos da una pauta para la elección y estoy seguro que si hacemos el ejercicio de incorporarla a nuestro proceso de selección y comenzamos a aplicarla, elevaríamos la aptitud y atributos de nuestros representantes con las consiguientes mejoras en la administración de los destinos nacionales.

2 comentarios:

  1. Si todos pensaramos un poco mas el voto, sin dudas no tendriamos los dirigentes que tenemos. Saludos. Raul

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  2. Voy a votar a Vargas Lloza..

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