viernes, 17 de diciembre de 2010

Matanceros: No debemos resignarnos.

Desde hace muchos años, los matanceros de bien parecen resignados. Recurrentemente, años tras años, y en diversos aspectos de nuestra vida en sociedad, nos hemos ido acostumbrando a una calidad de vida degradada. De la esperanza y pujanza de aquellos primeros pobladores que añoraban y hacían posible el progreso de las distintas ciudades del distrito, hemos pasado a un estado de involución total, donde el “sálvese quien pueda” pareciera ser la regla que nos rige.


Sin ir más lejos, los principales indicadores sociales están en rojo. Rojísimo, a decir verdad. Salud, Educación, Seguridad y Vivienda, alcanzan hoy en La Matanza niveles vergonzantes e inaceptables. Los ejemplos son infinitos, pero hay uno emblemático: en Gregorio de Laferrere han vaciado irresponsablemente el histórico hospital Materno Infantil Teresa Germani. Como resultado, miles y miles de madres, con sus niños a cuestas, han quedado a “la buena de Dios”. Con entrañable paciencia, siguen esperando que se construya el nuevo hospital prometido para este año en pomposo acto oficial y del que todavía no han levantado una sola columna. Mientras tanto, algunos, alegremente, repiten: ¡Matanza avanza! ¿Avanza?

Podríamos empezar por preguntarnos: ¿Qué nos paso? ¿Qué nos paso para bajar tanto nuestras expectativas y conformarnos con un “poco de cemento”? Algunos ciudadanos, bien intencionados, hablan de los niveles de obra pública y de las calles que se asfaltan. Eso solo, para ellos, vale el voto y la ciega entrega al “modelo”. Sin embargo, no alcanzan a ver que mientras se levantan algunos “edificios de cemento”, se vacían, al mismo tiempo, los “edificios institucionales, culturales y educacionales” de los matanceros. Esta es la clave para entender nuestra involución social, ya que el verdadero progreso de una población pasa por afianzar y desarrollar estos últimos edificios y no tanto el primero. ¿Pruebas? Basta con asomarse y ver que hay detrás de tanto cemento.


¿Quiénes son los responsables de esta degradación social? En términos generales, podríamos decir que todos somos responsables. Lo somos por depositar nuestra confianza en un sistema de poder que fracasa sistemáticamente desde hace más de 27 años y que seguirá haciéndolo, si insistimos en él. Desde luego, por otro lado, están los ejecutores y máximos responsables de esta situación. Son aquellos dirigentes y punteros que, inescrupulosamente, han montado un sistema clientelístico de poder, un sistema basado en la mentira y la corrupción, capaz de someter y condicionar el futuro de cientos de miles de individuos a lo largo de incontables generaciones.

Finaliza 2010, tiempo de balance y de mirar para adelante. ¿Podemos ser optimistas? Desde luego que sí. No nos resignemos, no les demos el gusto. Solo depende de nosotros y del camino que elijamos. Veamos el caso de la cooperativa “La Juanita”, enclavada en una zona muy pobre de Laferrere. En lo peor de 2001, sus integrantes, carentes de todo bienestar material, resistieron el embate de un Estado que no les preguntó que sabían hacer, sino cuánto valían sus votos. Con una dignidad a prueba de balas, no se resignaron a ser objetos y les dijeron un firme y categórico NO a los plantes clientelares. Hoy, progresan en libertad, apostando al trabajo, a la educación, a crecer con el otro. Exportan guardapolvos, acaban de vender 10 mil pan dulces y están por construir una escuela primaría. Son una luz al final del túnel. Ellos demostraron que se puede. Tomemos su ejemplo y contagiémoslo a todos los rincones de La Matanza.

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