jueves, 14 de enero de 2016

La estrategia del Kirchnerismo Republicano

 
 
 
 
Por Mariano Álvarez
Doctor en Ciencias Políticas
@malvarezMGA

Como por arte de magia, de pronto sucedió lo impensado. Dirigentes Kirchneristas parecen haber aprendido en poco más de un mes la importancia del orden republicano. ¡Justicia Independiente! ¡Libertad de Prensa! ¡Cautelares! ¡Van por todo! se escucha en boca de quienes durante doce años de gobierno hicieron todo lo posible por derrumbar las garantías que establece la Constitución Nacional para sus súbitas exigencias del momento.

Puesto que como dice el dicho popular, “al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen” deberíamos ser cautelosos y preguntarnos a qué se debe el hecho que podríamos catalogar de milagroso, consistente en la aparición de esta especie de oxímoron a la que denominamos Kirchnerismo Republicano.  Sin ser ingenuos y considerando que el Kirchnerismo es un espacio político autoritario en el ejercicio del poder, pero inteligente en la búsqueda del voto popular (así se construyen las democracias delegativas), deberíamos lograr dilucidar a que tipo de estrategia política conducen los movimientos “republicanos” de sus dirigentes y que tienen por objetivo recuperar el caudal de votos necesario para hacer una buena elección de mitad de mandato el año próximo año y cumplir, en 2019, el proyecto “Bachelet” en su versión argenta con el retorno de Cristina Kirchner al sillón de Rivadavia. 

La estrategia no es nueva y se encuentra varias veces en la historia política. Se la denomina el “efecto espejo”. El espejo es una excelente arma para el engaño, ya que permite desorientar al oponente seduciéndolo con la ilusión de compartir sus valores. El Kirchnerismo, al mostrarse republicano, en realidad está proyectando una imagen falsa sobre el electorado que no lo votó, el electorado que pondera los valores republicanos. De esta forma intenta ganarlo y aumentar su base de sustentación electoral para la próxima disputa electoral, socavando, al mismo tiempo, la base de sustentación moral del actual gobierno del PRO, consistente, precisamente, en la virtud republicana.  

Esta estrategia fue la fuente de poder del ambicioso general ateniense, Alcibíades (450-404 a.C.). Cuentan que cada vez que se encontraba con alguien, el general se  esforzaba por percibir los gustos y el estado de ánimo de esa persona, y, rápidamente ajustaba sus acciones y palabras de tal modo que reflejaran los deseos de su interlocutor. La primera víctima de esta estrategia fue ni más ni menos que el sabio filósofo Sócrates. Alcibíades encarnaba lo contrario del ideal socrático basado en la honestidad y la sencillez. Carecía de principios y vivía rodeado de lujo y libertinaje. Sin embargo, cuando se encontraba con Sócrates se comportaba de forma sobria y frugal, hablando sólo de filosofía y virtud. Si bien Sócrates conocía la otra vida de Alcibíades no pudo resistirse a la influencia que sobre el despertaba el general, a tal punto de convertirse en su ferviente admirador y partidario. Llegó, incluso, a arriesgar su vida para salvarlo durante la batalla de Potidea.

Dicho esto, no resulta casual que el mascaron de proa del kirchnerismo republicano sea Martín Sabbatella, un dirigente conocedor de la estrategia del espejo. Al igual que Alcibíades, supo, en su momento, engañar a toda la población de Morón proyectando una imagen de dirigente republicano lo que le permitió desplazar al PJ de Rousselot, para luego terminar abrazado a lo peor del PJ de la mano de Aníbal Fernández. 

Al igual que Sócrates, el electorado de “Cambiemos”, en principio, sospecha de las intenciones del kirchnerismo y se mantiene alerta. Sin embargo, como vimos, son pocos los que pueden resistirse al “efecto espejo” si el mismo se sostiene en el tiempo.

Es de esperar que el gobierno logre contrarrestar esta estrategia y evite una involución al autoritarismo en 2019.