martes, 22 de diciembre de 2015

¿Por qué es importante limitar el poder presidencial?



Por Mariano Álvarez
Doctor en Ciencias Políticas
@malvarezMGA

Durante este tiempo de recambio gubernamental parte importante del debate público giró en torno a la necesidad de levantar el cepo al dólar. Con acierto se la considera una medida importante para reconstruir una economía maltrecha como consecuencias de las políticas implementadas durante el kirchnerismo. Sin embargo, entiendo que el foco de atención debería estar puesto en el plano de lo político y no tanto en lo económico, puesto que el cepo al dólar es consecuencia directa de la insuficiencia de otro cepo, aquel que busca limitar el autoritarismo del que es capaz el poder presidencial en nuestro país.

Si algo hemos confirmado los argentinos en estos doce años es que no basta con que se realicen elecciones democráticas para que sus gobernantes ejerzan el poder en forma democrática. Si bien las fatigadas instituciones republicanas resistieron el avance del populismo y finalmente fue posible celebrar un recambio de gobierno en el marco de lo establecido por la Constitución Nacional, lo cierto es que, parafraseando a Winston Churchill,  la aventura kirchnerista costó “sangre, sudor y lágrimas”. Los muertos como consecuencia de la corrupción, el aumento del narcotráfico, la falsificación de las estadísticas oficiales, el ataque a la libertad de prensa, la embestida contra la justicia independiente, el menosprecio a la oposición, el despilfarro de los recursos económicos y el clientelismo político exacerbado, entre otras gravísimas anomalías, se explican de alguna u otra forma a partir de un proyecto político que se pensó para siempre y cuyo objetivo primordial fue acumular poder por la vía del conflicto y la división nacional, cueste lo que cueste.

La desmesura creciente del ciclo kirchnerista iniciado en el año 2003 nos puso al borde del autoritarismo, tal como señaló acertadamente el presidente de la Nación, Mauricio Macri, en su discurso frente a la Asamblea Legislativa. Los argentinos corrimos un alto riesgo que no deberíamos volver a repetir y que ingenuamente creíamos haber superado sin advertir que al igual que un virus sofisticado, el autoritarismo tiene la capacidad de transformarse con el fin de seguir acechando la libertad y el desarrollo.

En tiempos de esperanza por lo que viene, pero también de balance por lo que pasó, es menester asumir esta grave falencia de nuestro sistema democrático para actuar en consecuencia con el fin de promover las reformas estructurales necesarias y evitar que un gobernante elegido democráticamente se convierta en un autócrata, puesto que de ello depende el futuro y evolución de nuestro país. Cometeríamos un grave error si circunscribiéramos el problema a las personalidades autoritarias de los ex presidentes Néstor y Cristina Kirchner. Precisamente, lo que se espera de las instituciones republicanas es que garanticen el desempeño pleno de la democracia independientemente de las virtudes republicanas de quien ocupe momentáneamente el rol de presidente. Esta garantía fue la que se evidenció insuficiente en todos estos años hasta el punto en que la ciudadanía debió salvaguardar el sistema manifestándose en varias oportunidades para neutralizar el objetivo hegemónico del “vamos por todo” mencionado públicamente por la entonces presidente a principios de 2012. Fueron las masivas marchas populares de aquel año las que produjeron un cambio en la legitimidad del poder y el posterior resquebrajamiento del bloque oficialista, imposibilitando las mayorías necesarias para materializar el proyecto de reelección indefinida en curso.

La cuestión del inmenso poder que nuestra Constitución Nacional pone en manos del presidente es un tema aun no resuelto a pesar de la reforma constitucional llevada a cabo en 1994. Es importante recordar que la Convención Nacional Constituyente de aquel año intentó atenuar el sistema presidencialista introduciendo la figura del Jefe de Gabinete. Sin embargo, los resultados fueron nulos puesto que el Jefe de Gabinete carece de autonomía cierta, siendo en los hechos un mero delegado del presidente, incapaz, por lo tanto, de oponer un mínimo contrapeso al mismo.

La necesidad de equilibrar el poder presidencial en relación a los otros poderes del Estado sigue siendo el “nudo gordiano” que debemos cortar para comenzar la transición a una verdadera República en la que rija la división de poderes y la alternancia política como condiciones necesarias e indispensables de una democracia plena y enriquecedora. Con este objetivo y sin desconocer y minimizar las dificultades inherentes a todo proceso de reforma constitucional, entiendo que puede resultar fructífero y convocante iniciar este camino lo antes posible, lejos de todo oportunismo electoral, aprovechando el impulso y la fuerza de cambio que es propia de todo nuevo gobierno y que en el caso del actual lleva en su génesis el mandato republicano.

 

 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Tras la inauguración, cartón pintado.

Publicado en la edición impresa del Diario La Nación del día Martes 20 de Octubre de 2015
Por Mariano Alvarez
Link: http://www.lanacion.com.ar/1837938-tras-la-inauguracion-carton-pintado

Tras la inauguración, cartón pintado.

El 7 de octubre pasado, la presidenta Cristina Kirchner inauguró el Hospital General de Agudos Dr. René Favaloro en La Matanza, localidad de Rafael Castillo. Dijo que el edificio a sus espaldas no era "cartón pintado". Sin embargo, a pocos días del evento, transmitido por cadena nacional, algunos medios informaron que el flamante hospital tenía sus puertas cerradas; efectivamente, el edificio era "cartón pintado", ya que adentro estaba vacío. Esta situación no resulta una excepción o una desinteligencia burocrática, sino que responde a un mecanismo perverso de comunicación política que Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi durante la Segunda Guerra Mundial, describió con una frase célebre: "Miente, miente, miente, que algo quedará; cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá".

A principios de noviembre de 2011, mantuve una charla con Vanesa, desocupada, sin obra social, vecina del Barrio La Palangana, uno de los más postergados de Gregorio de Laferrere, partido de La Matanza. La joven, de unos 25 años, estaba embarazada y había ido a atenderse al recientemente inaugurado Hospital Dr. Alberto Balestrini, ubicado en la cercana localidad de Ciudad Evita. Me contó, azorada, que al llegar encontró el hospital maternal cerrado y vacío. En el lugar, preguntó a unos obreros que estaban trabajando si se trataba de un problema momentáneo o un malentendido, ya que ella había visto días atrás por televisión a la Presidenta inaugurar el centro de salud junto al gobernador Daniel Scioli; el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, y cientos de funcionarios, empleados estatales, obreros, directores de escuelas y sus respectivos alumnos. La respuesta obtenida fue que "todo era política" y que "el hospital estaba pintado por fuera, pero totalmente vacío por dentro". Indignada, Vanesa agarró su bolso, cargó a su hija menor en brazos y se tomó el colectivo para atenderse en la Capital Federal, donde acontecen cerca de la mitad de los nacimientos de hijos de madres matanceras.

Producto de este y otros casos similares, en junio de 2012 radiqué una denuncia en la Defensoría del Pueblo de La Matanza, argumentando que el acto público del 7 de octubre de 2011, montado y orquestado por las máximas autoridades políticas de la Nación, la provincia y el municipio de La Matanza, fue una falsa inauguración que tenía por fin engañar a la población matancera para influenciarla políticamente pocos días antes de la elección nacional que se llevaría a cabo el domingo 23 del mismo mes, en la que la actual presidenta buscaba su reelección.

Expliqué en la nota que el engaño estaba dirigido fundamentalmente a los sectores más empobrecidos y vulnerables de la población matancera, que carecen de obra social y disponen de poca información, en muchos casos influenciados por punteros políticos, con la intención de esperanzarlos en una temática muy sensible para nuestros hermanos en situación de pobreza y absolutamente desatendida y en franca decadencia como es la salud pública.

Gracias al uso de la cadena nacional y los distintos medios de comunicación, el relato mentiroso se esparce en cuestión de minutos a millones de ciudadanos y serán pocos los que adviertan el engaño antes del día de la elección. Al mismo tiempo, serán muchos menos los que expresen su indignación una vez descubierta la maniobra fraudulenta. Por eso, las falsas inauguraciones por cadena nacional se suceden por todo el país a un ritmo creciente desde que Cristina Kirchner llegó al poder.

Ciertamente, al Gobierno no le importa la posterior develación de la verdad, la manipulación de las fechas y del sentido de la palabra inauguración. Cuando se ingresa al hospital denunciado, en su entrada principal, a la izquierda, puede leerse una pomposa placa conmemorativa que no sólo inmortalizó el engaño, sino que hizo cómplices de la mentira a todos los ciudadanos de La Matanza, entre los que me cuento. Dice textualmente: "Hospital Materno Infantil. Dr. Alberto Balestrini. Vicegobernador de la provincia de Buenos Aires. Dra. Cristina Fernández de Kirchner. Presidenta de la Nación argentina. Daniel Scioli. Gobernador de la provincia de Buenos Aires. Fernando Espinoza. Intendente de La Matanza. Pueblo de La Matanza. Octubre de 2011". Como enseñó el genial George Orwell en su influyente novela 1984, los gobiernos autoritarios manipulan la información sabiendo que quien controla el presente controla el pasado y quien es capaz de controlar el pasado controla el futuro.

Por cierto, la denuncia presentada fue derivada a la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, que la desestimó con argumentos más próximos a los intereses del poder que a los de Vanesa y su hijo por nacer. Los hechos muestran que el hospital Balestrini realizó sus primeras atenciones en guardia a fines de 2013 y aún hoy, luego de haber sido "inaugurado" cinco veces, funciona en una mínima parte de sus capacidades, con graves deficiencias de personal médico, insumos, atención de especialidades y asignación de turnos.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Razones para votar este Domingo a #LaFórmulaSoñada

Carrió-Flores: El poder de una fórmula presidencial capaz de provocar un cambio cultural

Por Mariano Álvarez

Las fórmulas presidenciales no son inocuas. A partir de su composición y puesta en consideración son un insumo fundamental para el electorado que se dispone a votar la conducción de los asuntos públicos del país por los próximos cuatro años.

Podemos decir que hay tres aspectos a considerar primordiales en toda fórmula presidencial. El aspecto formal regulado por la Constitución Nacional, está relacionado con las atribuciones y responsabilidades del presidente y vicepresidente. El aspecto netamente político, el cual resulta útil para entender la articulación de fuerzas políticas o aquellas cuestiones vinculadas a la gobernabilidad (cohesión) que se logra a partir del acuerdo entre los dos dirigentes que integran la fórmula presidencial. El tercer aspecto que debemos tener en cuenta es el simbólico, el cual nos interesa particularmente, por cuanto desde el punto de vista de las transformaciones culturales, resulta ser el más importante.

En un país fuertemente presidencialista como el nuestro, la fórmula presidencial expresa el modelo de país que proyectan sus integrantes, independientemente de su oportuno discurso político. Es un símbolo que conlleva un aspecto sumamente democrático en el sentido de que es la información más transparente y sintética a disposición del electorado acerca del país que viene.
En un mundo donde los ciudadanos difícilmente se detengan a leer propuestas de gobierno, escuchar largos discursos de propaganda política o participar de debates políticos, la “lectura” de la fórmula presidencial resulta una herramienta necesaria, potente y altamente certera para conocer el futuro impacto en la sociedad del binomio que se postula para gobernar.

Tomemos por ejemplo un caso reciente y comprobable: La fórmula Cristina Kirchner y Amado Boudou. Considerando la historia previa de ambos integrantes, podemos afirmar que el aspecto vinculado a la corrupción resultaba ser constitutivo de la trayectoria de cada uno. Pues bien, el resultado de la acción de gobierno una vez electa la fórmula presidencial fue el esperado: un país con los más altos niveles de corrupción y degradación cívica desde el retorno de la democracia en el año 1983.

Veamos ahora dos casos actuales de fórmulas que se proponen al electorado y que mejor simbolizan los modelos de país que los argentinos tendrán en el cuarto oscuro en pocas semanas.

Por un lado, la fórmula oficialista de corte Stalinista conformada por el binomio Scioli-Zanini. Simboliza la división nacional y profundización del modelo autoritario al estilo Venezuela. El riesgo a la libertad de todos está dado por la “inteligencia” probada y ejecutada en todos estos años al servicio del populismo del secretario legal y técnico Kirchnerista y la “nada” que representa el candidato presidencial Daniel Scioli. Es la nada a la que serán reducidas las libertades civiles si prospera esta propuesta electoral.

Por otro lado, si consideramos la trayectoria de ambos dirigentes, la fórmula presidencial Carrió-Flores es la que representa la salida a la República, el desarrollo y la unión nacional. Es un binomio conformado por Elisa “Lilita Carrió”, la dirigente política más digna proveniente de las clases medias argentinas y Héctor “Toty” Flores, el dirigente político más digno surgido de las clases pobres. Es, por lo tanto, un símbolo capaz de devolverle la dignidad a una nación que la perdió hace tiempo a manos de gobiernos indignos.

Carrió y Flores expresan la unión nacional de las clases pobres y medias de nuestro país, asentada sobre bases republicanas y de Justicia Social. Constituyen una fórmula que en caso de ser electa tendrá la potencia necesaria para sanar la nación y provocar un cambio cultural a escala a partir del ejemplo, la lucha contra la corrupción y el ascenso social de las clases pobres y medias de nuestro país en base al trabajo y la igualdad de oportunidades.

jueves, 16 de julio de 2015

La extorsión de la Cadena Nacional

La extorsión de la Cadena Nacional.

Por Mariano Álvarez
Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Nación, el

El artículo 75 de la ley de servicios de comunicación audiovisual establece que el Poder Ejecutivo podrá utilizar la cadena nacional en "situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional". Así lo hicieron todos los presidentes desde el retorno de la democracia a excepción de Cristina Fernández de Kirchner, que en lo que va del año la utilizó 27 veces. Resulta útil para tomar dimensión del abuso mencionar que su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, la utilizó en dos oportunidades durante todo su mandato.

Sintéticamente, podemos señalar que la Presidenta utiliza la cadena nacional por fuera de lo establecido en tres situaciones específicas. La primera es cuando la usa para hostigar a quienes critican a su gobierno. La segunda, cuando propagandiza obras de gobierno o candidatos propios. La tercera es la más perversa por cuanto implica utilizar la cadena nacional para aumentar el grado de sometimiento político de sectores empobrecidos que dependen de la ayuda social que brinda el Estado.

Pude comprobar esta última instrumentación a raíz de una investigación de tipo cualitativo que realicé en un asentamiento del conurbano bonaerense el año pasado. Consistió en una serie de entrevistas anónimas con vecinos receptores de ayuda social y planes sociales, que ocupan el rol de clientes en la red de clientelismo político del barrio.
Además de detectar relaciones clientelares clásicas en las que se considera "normal" recibir ayuda social a cambio de asistir a marchas políticas, realizar pegatinas o fiscalizar para el oficialismo, pude verificar un perfeccionamiento de la red de clientelismo político a raíz del cambio en la estrategia comunicacional del Gobierno. En efecto, el uso sistemático de la cadena nacional por parte de CFK en donde ella misma se presenta como benefactora de nuevos planes sociales o anuncia aumentos para los ya existentes, como por ejemplo la Asignación Universal por Hijo (AUH), produjo una reconfiguración de la red de clientelismo tradicional a un estado de mayor condicionamiento político de los pobres que denominé "red clientelar de orden superior".

Como describe la bibliografía sobre el tema, en la red de clientelismo político clásico los clientes se relacionan con punteros que responden a patrones de extracciones políticas diferentes. En cambio, en la nueva configuración, los clientes se vinculan con distintos punteros políticos que gestionan la ayuda social, al tiempo que se les hace saber que hay un único patrón que la otorga, en este caso, Cristina. Esto es posible gracias al uso de la cadena nacional, porque le garantiza a la Presidenta hablarles directa y masivamente a los beneficiarios de los planes. De esta forma "saltea" a los punteros políticos de distintas extracciones partidarias, disciplinándolos, hecho que restringe aún más la libertad política por cuanto todos terminan trabajando para el poder central. Cuando indagué acerca de los inicios del barrio allá por los años 90, los vecinos me informaron de la presencia de punteros de distintos partidos políticos que competían entre sí. En la actualidad eso cambió, tal como resume Marta: "Sí, más kirchnerismo que otro, es como que no hay otros punteros políticos que no sean del kirchnerismo".

Cuando les pregunté a mis entrevistados acerca de la responsabilidad con relación al otorgamiento de la ayuda social, por ejemplo la AUH, todos respondían que era Cristina quien la daba. Cuando los consultaba acerca de la forma en que se habían enterado, las respuestas en general estaban referidas a que lo habían visto por televisión. Incluso, afirmaron esperar con "ansias" los anuncios de aumentos que "Cristina nos da varias veces al año".

Esta estrategia de comunicación tiene por fin condicionar fuertemente el voto de las personas en situación de pobreza. Se complementa con la acción articulada de los punteros políticos, que, al momento de llegar las elecciones, hacen circular rumores en el sentido de que si cambia el gobierno se pierde la ayuda social, hecho que atemoriza a los beneficiarios. El siguiente testimonio es de Susana, beneficiaria de una cooperativa de trabajo: "El boca en boca es de que si, bueno, si llega a bajarse Cristina o si se baja el gobierno actual, se pierden las cooperativas, o sea, es un boca en boca, no es algo que una cartelera anuncia ni ellos mismos, es un boca en boca, uno lo tiró y ya empiezan a hablarlo todos".

La nueva "red clientelar de orden superior" sobreviene cuando el clientelismo se convierte en política de Estado. Esta situación fue posible gracias al uso de la cadena nacional, en la cual CFK abandona su rol de presidenta y actúa como una gran puntera política que cada tanto, generalmente cerca de las elecciones, les recuerda a sus clientes que de ella depende la ayuda social.

Las consecuencias de esta política resultan nefastas para nuestro país por dos razones fundamentales. Primero, porque al condicionar el voto de millones de personas se afecta la calidad democrática. Segundo, porque se restringe la libertad política de las personas en situación de pobreza, lo que les resta la libertad imprescindible para su desarrollo y su ascenso social, tal como lo demostró el economista indio Amartya Sen.

Lo expuesto explica el súbito interés del oficialismo por hacer ley la AUH, reclamo histórico de la oposición, ya que teme que el próximo presidente tenga a disposición el extraordinario poder extorsivo que estamos describiendo.

En el siglo de las comunicaciones la cadena nacional es anacrónica, además de ser una herramienta extremadamente peligrosa en manos de gobernantes con vocación autoritaria, por lo que su uso debería ser prohibido o en todo caso ser optativo, como sucede en España o en Chile.

Docente de la Universidad de La Matanza y precandidato a diputado por la lista de la CC

lunes, 29 de junio de 2015

Razones para votar este Domingo a #LaFórmulaSoñada

Carrió-Flores: El poder de una fórmula presidencial capaz de provocar un cambio cultural

Por Mariano Álvarez

Las fórmulas presidenciales no son inocuas. A partir de su composición y puesta en consideración son un insumo fundamental para el electorado que se dispone a votar la conducción de los asuntos públicos del país por los próximos cuatro años.

Podemos decir que hay tres aspectos a considerar primordiales en toda fórmula presidencial. El aspecto formal regulado por la Constitución Nacional, está relacionado con las atribuciones y responsabilidades del presidente y vicepresidente. El aspecto netamente político, el cual resulta útil para entender la articulación de fuerzas políticas o aquellas cuestiones vinculadas a la gobernabilidad (cohesión) que se logra a partir del acuerdo entre los dos dirigentes que integran la fórmula presidencial. El tercer aspecto que debemos tener en cuenta es el simbólico, el cual nos interesa particularmente, por cuanto desde el punto de vista de las transformaciones culturales, resulta ser el más importante.

En un país fuertemente presidencialista como el nuestro, la fórmula presidencial expresa el modelo de país que proyectan sus integrantes, independientemente de su oportuno discurso político. Es un símbolo que conlleva un aspecto sumamente democrático en el sentido de que es la información más transparente y sintética a disposición del electorado acerca del país que viene.
En un mundo donde los ciudadanos difícilmente se detengan a leer propuestas de gobierno, escuchar largos discursos de propaganda política o participar de debates políticos, la “lectura” de la fórmula presidencial resulta una herramienta necesaria, potente y altamente certera para conocer el futuro impacto en la sociedad del binomio que se postula para gobernar.

Tomemos por ejemplo un caso reciente y comprobable: La fórmula Cristina Kirchner y Amado Boudou. Considerando la historia previa de ambos integrantes, podemos afirmar que el aspecto vinculado a la corrupción resultaba ser constitutivo de la trayectoria de cada uno. Pues bien, el resultado de la acción de gobierno una vez electa la fórmula presidencial fue el esperado: un país con los más altos niveles de corrupción y degradación cívica desde el retorno de la democracia en el año 1983.

Veamos ahora dos casos actuales de fórmulas que se proponen al electorado y que mejor simbolizan los modelos de país que los argentinos tendrán en el cuarto oscuro en pocas semanas.

Por un lado, la fórmula oficialista de corte Stalinista conformada por el binomio Scioli-Zanini. Simboliza la división nacional y profundización del modelo autoritario al estilo Venezuela. El riesgo a la libertad de todos está dado por la “inteligencia” probada y ejecutada en todos estos años al servicio del populismo del secretario legal y técnico Kirchnerista y la “nada” que representa el candidato presidencial Daniel Scioli. Es la nada a la que serán reducidas las libertades civiles si prospera esta propuesta electoral.

Por otro lado, si consideramos la trayectoria de ambos dirigentes, la fórmula presidencial Carrió-Flores es la que representa la salida a la República, el desarrollo y la unión nacional. Es un binomio conformado por Elisa “Lilita Carrió”, la dirigente política más digna proveniente de las clases medias argentinas y Héctor “Toty” Flores, el dirigente político más digno surgido de las clases pobres. Es, por lo tanto, un símbolo capaz de devolverle la dignidad a una nación que la perdió hace tiempo a manos de gobiernos indignos.

Carrió y Flores expresan la unión nacional de las clases pobres y medias de nuestro país, asentada sobre bases republicanas y de Justicia Social. Constituyen una fórmula que en caso de ser electa tendrá la potencia necesaria para sanar la nación y provocar un cambio cultural a escala a partir del ejemplo, la lucha contra la corrupción y el ascenso social de las clases pobres y medias de nuestro país en base al trabajo y la igualdad de oportunidades.

lunes, 27 de abril de 2015

¿Por qué Aníbal Fernández miente?

 
¿Qué busca Aníbal Fernández cuándo miente descaradamente aún a sabiendas de que será desmentido en minutos y sumará un nuevo ridículo a su desvergonzada trayectoria política?

La pregunta resulta sumamente pertinente a raíz de lo acontecido ayer luego del cierre de mesas en la elección Capitalina. Pudimos ver en todos los canales de televisión a Aníbal Fernández asegurando que el FPV era la segunda fuerza política detrás del PRO, y que le sacaba varios puntos de ventaja a ECO.

En sus afirmaciones no había lugar a dudas, a pesar de que los resultados oficiales aún no se habían publicado. Luego, una vez que la verdad fue evidente para todos, mencionó el Jefe de Gabinete de Ministros, de quién depende el Ministerio del Interior, que sus datos de boca de urna "resultaron equivocados".

 Aníbal mintió descaradamente como en casi todas sus afirmaciones públicas. Es un mentiroso profesional, y ahí radica su principal virtud para ocupar el cargo que ocupa en un gobierno cuyo poder político se sostiene en el relato, es decir, en la mentira sistemática.

 Ahora, ¿Por qué miente Aníbal sabiendo que en minutos será desmentido? La respuesta a este interrogante está relacionada con el sector social a quien va dirigida su mentira y que representa el sostén del modelo “nacional y popular”. Es un sector de la población argentina constituido en su mayoría de buenas personas, ni peores ni mejores que otros sectores, pero que por diversas razones han elegido vivir en la mentira y a la cual poco les importa la verdad, posiblemente porque la misma les resulta irresistible y entonces prefieren negarla a enfrentarla.  Aníbal y los perversos comunicadores del aparato de propaganda K lo saben y por eso, al igual que otras experiencias autoritarias, lo aprovechan para sostener su caudal de votos. “Quieren relato y Aníbal se los da”, diría el convicto Fariña.

 Es un tema que debe ser explicado desde la sociológica y la psicología social y no tanto desde la política o la economía.  Entender esto es fundamental para comprender qué nos pasa como sociedad y por qué en lugar de desarrollarnos nos sub-desarrollamos cuando la mentira saca el 54 % de los votos.

jueves, 15 de enero de 2015

¿Por qué la sociedad argentina vota corruptos?


¿Por qué la sociedad argentina vota corruptos?

Por Mariano Álvarez.

Doctorando en Ciencias Políticas y Secretario General del Movimiento Social por la República (MSR)

El voto en democracia es una elección humana, individual y secreta. Dicha elección responde a cierta lógica y no puede ser catalogada como azarosa, aun cuando muchos votantes argentinos mencionen que “no saben nada de política o que la política no les interesa”. Detrás del voto existen motivaciones que pueden ser racionalizadas y entendidas y que responden a distintas causas individuales como así también a contextos históricos, sociales y políticos.

En este caso, entonces, me interesa presentar las razones por las cuales una parte de la sociedad argentina vota liderazgos indiscutiblemente corruptos, como fueron los casos de Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner. Digo indiscutiblemente porque hasta sus propios partidarios (al menos los que son honestos intelectualmente) reconocen que sus fortunas son inexplicables si no es a partir de hechos de corrupción vinculados a su condición de funcionarios públicos.

Basado en el conocimiento brindado a partir de una técnica muy utilizada en las ciencias sociales conocida como observación participante, puedo afirmar que existen tres razones principales que explican la elección y encumbramiento de corruptos en la vida pública argentina. Las razones pueden ser  delictivas y/o materiales y/o psicológicas.

Recurren a las razones delictivas aquellos ciudadanos argentinos que son parte activa y constitutiva del sistema corrupto vigente en nuestro país. Aquellos que se benefician y fomentan directamente la corrupción. Es el voto de los “Lázaro Báez” o los “Boudou” y de gran parte de la dirigencia del  PJ y también de otros partidos, de algunos empresarios y sindicalistas, por poner ejemplos que todo el mundo conoce. Son los corruptos propiamente dichos, ni más ni menos, y por lo tanto su voto siempre ira en la dirección de mantener el statu quo vigente.

Las razones materiales explican aquel voto que está basado únicamente en la conveniencia individual del sistema económico vigente, pero que no significa que la persona beneficiada sea un corrupto. En todo caso se es cómplice por omisión del sistema, pero no un corrupto, liso y llano. Son todos aquellos que en su condición de ciudadanos “hacen la vista gorda” frente al robo perpetrado por las autoridades políticas, porque “les va bien” desde el punto de vista económico sin importarles la situación del prójimo. Cargos rentados, subsidios, jubilaciones, crecimiento económico individual, etc, son las razones que explican este voto a los corruptos. Es el voto de los jóvenes militantes de “La Campora” (no de su dirigencia que pertenece al grupo anterior), o también el voto de parte de la clase media argentina que les permitió a Carlos Menem y Cristina Kirchner ganar ampliamente las elecciones del 1994 y 2011 respectivamente, porque se podían comprar dólares, cambiar el auto o viajar al exterior. Excluyo de este punto a los sectores pobres víctimas de la extorsión de los punteros del PJ en cualquiera de sus variantes. Su voto no es libre y por lo tanto no atribuible a la responsabilidad individual ciudadana.

El voto explicado a raíz de razones psicológicas está relacionado con las frustraciones que como sociedad transitamos y que dejaron una huella profunda en nuestra ciudadanía. Esta situación de orfandad es aprovechada por los corruptos y gobernantes autoritarios como fue el caso del ex presidente Néstor Kirchner, luego de la gran crisis del 2001. Abrumados por la realidad que no tocó vivir, muchos argentinos están prestos a dejarse engañar para evadir la realidad y encontrar algún sosiego a la situación de angustia generada. Es cuando aparece y se hace fuerte el relato. Ya no importa la realidad porque se hace imposible enfrentarla por lo dura y cruel que se presenta.  Se torna inadmisible, por ejemplo, que en un país donde sobra la comida haya chicos que se mueran de hambre. Entonces, en lugar de enfrentar la situación y dar el paso necesario para cambiar,  se elige a quien la tergiversa y presenta una “realidad” paralela menos dolorosa. Se elige al corrupto, que en si es un mentiroso, un demagogo. Es el voto de los cobardes y la resignación, pero también de las víctimas, del sufrimiento y por lo tanto entendible.

Los dos primeros casos están compuestos por ciudadanos de dudosa o nula moralidad y responsabilidad pública y ciudadana. En el tercer caso, en cambio, la situación denota una patología colectiva que debe ser entendida por quienes aspiran a un cambio cultural que erradique la corrupción de nuestro país.