Por Mariano Álvarez.
Doctorando en Ciencias Políticas
y Secretario General del Movimiento Social por la República (MSR)
El voto en democracia es una elección
humana, individual y secreta. Dicha elección responde a cierta lógica y no
puede ser catalogada como azarosa, aun cuando muchos votantes argentinos mencionen
que “no saben nada de política o que la política no les interesa”. Detrás del
voto existen motivaciones que pueden ser racionalizadas y entendidas y que responden
a distintas causas individuales como así también a contextos históricos, sociales
y políticos.
En este caso, entonces, me interesa
presentar las razones por las cuales una parte de la sociedad argentina vota liderazgos
indiscutiblemente corruptos, como fueron los casos de Carlos Menem, Néstor Kirchner
y Cristina Kirchner. Digo indiscutiblemente porque hasta sus propios
partidarios (al menos los que son honestos intelectualmente) reconocen que sus
fortunas son inexplicables si no es a partir de hechos de corrupción vinculados
a su condición de funcionarios públicos.
Basado en el conocimiento
brindado a partir de una técnica muy utilizada en las ciencias sociales
conocida como observación participante, puedo afirmar que existen tres razones
principales que explican la elección y encumbramiento de corruptos en la vida pública
argentina. Las razones pueden ser delictivas y/o materiales y/o psicológicas.
Recurren a las razones delictivas
aquellos ciudadanos argentinos que son parte activa y constitutiva del sistema
corrupto vigente en nuestro país. Aquellos que se benefician y fomentan directamente
la corrupción. Es el voto de los “Lázaro Báez” o los “Boudou” y de gran parte
de la dirigencia del PJ y también de
otros partidos, de algunos empresarios y sindicalistas, por poner ejemplos que
todo el mundo conoce. Son los corruptos propiamente dichos, ni más ni menos, y
por lo tanto su voto siempre ira en la dirección de mantener el statu quo vigente.
Las razones materiales explican
aquel voto que está basado únicamente en la conveniencia individual del sistema
económico vigente, pero que no significa que la persona beneficiada sea un
corrupto. En todo caso se es cómplice por omisión del sistema, pero no un
corrupto, liso y llano. Son todos aquellos que en su condición de ciudadanos “hacen
la vista gorda” frente al robo perpetrado por las autoridades políticas, porque
“les va bien” desde el punto de vista económico sin importarles la situación del
prójimo. Cargos rentados, subsidios, jubilaciones, crecimiento económico
individual, etc, son las razones que explican este voto a los corruptos. Es el
voto de los jóvenes militantes de “La Campora” (no de su dirigencia que
pertenece al grupo anterior), o también el voto de parte de la clase media
argentina que les permitió a Carlos Menem y Cristina Kirchner ganar ampliamente
las elecciones del 1994 y 2011 respectivamente, porque se podían comprar dólares,
cambiar el auto o viajar al exterior. Excluyo de este punto a los sectores
pobres víctimas de la extorsión de los punteros del PJ en cualquiera de sus
variantes. Su voto no es libre y por lo tanto no atribuible a la
responsabilidad individual ciudadana.
El voto explicado a raíz de
razones psicológicas está relacionado con las frustraciones que como sociedad
transitamos y que dejaron una huella profunda en nuestra ciudadanía. Esta situación
de orfandad es aprovechada por los corruptos y gobernantes autoritarios como fue
el caso del ex presidente Néstor Kirchner, luego de la gran crisis del 2001. Abrumados
por la realidad que no tocó vivir, muchos argentinos están prestos a dejarse
engañar para evadir la realidad y encontrar algún sosiego a la situación de
angustia generada. Es cuando aparece y se hace fuerte el relato. Ya no importa
la realidad porque se hace imposible enfrentarla por lo dura y cruel que se presenta.
Se torna inadmisible, por ejemplo, que
en un país donde sobra la comida haya chicos que se mueran de hambre. Entonces,
en lugar de enfrentar la situación y dar el paso necesario para cambiar, se elige a quien la tergiversa y presenta una “realidad”
paralela menos dolorosa. Se elige al corrupto, que en si es un mentiroso, un
demagogo. Es el voto de los cobardes y la resignación, pero también de las víctimas,
del sufrimiento y por lo tanto entendible.
Los dos primeros casos están compuestos
por ciudadanos de dudosa o nula moralidad y responsabilidad pública y ciudadana.
En el tercer caso, en cambio, la situación denota una patología colectiva que
debe ser entendida por quienes aspiran a un cambio cultural que erradique la corrupción
de nuestro país.
¡Qué buen análisis! sobre todo a una pregunta que me la vengo haciendo de la época de Menem. ¡Gracias!
ResponderEliminarNo son sólo corruptos, los juzgados te meten órdenes de gatillo fácil y la policía debe cumplir, te quitan tu casa, para dársela a un amigo/a, etc etc
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